lunes, 27 de enero de 2014

Nuestra labor en Pangoa

Estamos ya en Pangoa y van dos semanas de labor. Me prometí escribir cada noche mis vivencias pero no ha sido posible, la mayor de las veces estoy tan cansada y debo levantarme temprano al día siguiente. No me molesta, pero me hubiera gustado poder hacerlo más seguido.
Nuestro día transcurre de la siguiente forma: Levantarse a cocinar y preparar el desayuno, si es el turno o de lo contrario tienes tiempo para el aseo personal. Luego de la oración, laudes, desayunamos rápidamente porque los niños ya nos llaman, son bastante puntuales, llegan antes de la hora y nos buscan. Tenemos vacaciones útiles de 8 a 1pm con un pequeño recreo. Al terminar llegamos a casa casi a las 2pm porque siempre hay algo que atender. Almorzamos rápidamente y nos preparamos para ir a la comunidad vecina Naylamp de Sonomoro, allí nos esperan otro grupo entusiasta de niños que también quieren repasar y aprender. Sus sonrisas motivan la tarde y el cansancio.
Los niños son los que mejor nos han acogido y son nuestros grandes seguidores, donde nos ven corren con los brazos abiertos para saludarnos o simplemente pasarnos la voz, como diciendo aquí estamos. Son los primeros en llegar al rosario y a las celebraciones y la fe con que cantan y rezan animaría a cualquiera. Me digo tenemos que ser como los niños.
Los adultos más bien nos saludan pero nos demuestran algo de hermetismo. Sin embargo hay excepciones. Una de las personas que nos acogio más con lo poco que tiene es Sara. Es madre soltera y ha vivido en poco tiempo la violencia del terrorismo y un hogar destruido. Ella con sus dos hijos pequeños nos abrió su corazón y nos sentimos muy cercanas a ella. Es una sobreviviente de la matanza que hubo en su pueblo y cuenta con asombro cómo ninguna bala que pasó por su lado la toco. Desde nuestra fe le decimos que el Señor la ha elegido para algo especial y que su vida es una gracia. Ella se alegra y se anima. El terror ha dejado una huella muy fuerte en su comunidad, ella lo reconoce, hay mucha violencia con los niños y estos son bastantes toscos con sus pares.
En la comunidad de Sonomoro de San Antonio por el contrario se observa el buen trabajo de un pueblo organizado y sus buenos dirigentes o jefes. Roger el jefe de la comunidad es una persona inteligente y preocupada por mejorar su localidad. Las familias están mejor conformadas y se observa en los niños características distintas en el grupo que estudia. Todos quieres aprender y sus padres o dirigentes se los repiten con insistencia.
Algo que me llama la atención es la conciencia ambiental que tienen. En sus calles se aprecian dos tachos: orgánico e inorgánico. En sus casas y escuela tienen también lo mismo, incluso tachos para separar plásticos, metales y papeles. Los niños lo asumen con naturalidad y te dicen dónde hay que eliminar la basura. Así mismo con orgullo el jefe cuenta que son la primera comunidad con un equipo para purificar el agua servida, porque ya cuentan con desague. Entonces ellos pueden disfrutar tranquilamente del agua de su río: el río salado.

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