Salir de Lima dejando la familia atrás no ha sido fácil. Se han
quedado actividades y preocupaciones para decir; aquí estoy Señor, mi tiempo
disponible para ti.
Las maletas llenas de ropa y de ilusiones, para encontrar en
esta experiencia a Jesús presente en todos los que me encontraré día a día. Un
Dios vivo que me interpela y me fortalece. Allá voy, estoy en tus manos Señor.
Rumbo a Sonomoro, gran expectativa para conocer el lugar de misión. Padre
Oscar, misionero mexicano y mi compañera de misión Mary. Nos cruzamos con los
lugareños, niños, animales, todo un mundo nuevo para mí. Poco a poco las casas
de ladrillo quedan atrás y aparecen casas de madera, muy humildes, voy
percibiendo la necesidad principalmente de formación. Nos recibió una señora
con cushmaqquien se encontraba preparando la chicha típica, hermana de la
encargada nos recibió con alegría y nos regaló unas ricas naranja de su chacra.
Uno va a ayudar y termina regalado, es buena señal.
Me llamó la atención el pequeño pueblo de la tribu, un
parque central muy acogedor, nombres de las calles en carteles de madera
pintoresco, tachos para organizar la basura, de cestas y con techo de paja. Un
colegio muy bien arreglado, todo muy sencillo pero desmostrando el buen trabajo
del jefe de la comunidad, ya lo conoceré.
Me apenó ver a una niña en la parte trasera de una mototaxi,
la familia dentro y ella apenas agarrada de la lona, expuesta a una caída sobre
todo porque la carretera es trocha y llena de huecos. Me di cuenta que a veces
se peca por ignorancia o indolencia. Tendría 6 a 7 años.
Con padre Randy, cosechando mangos, había muchos pero aún verdes. Uno
de ellos le dio en la cabeza, era muy pesado. No nos detuvimos, llegamos a
encontrar algo de 15 kilos de esta delicia. Pude apreciar la destreza de Mary
que se trepó rápidamente a cada árbol que pudo hasta que una avispa le picó en
el cuero cabelludo, allí se acabó el trabajo, volvimos con accidente pero
contentos. Fue una labor interesante y pude conocer mejor a mis nuevos amigos
teólogos, todos muy alegres y optimistas aunque cada uno con su toque especial.
Ha sido un gusto compartir este día con personas tan agradables pero
principalmente que viven su fe y nos muestran a Jesús con su testimonio.
La misa de la noche fue bastante especial, aunque nosotros quisimos
apoyar con el coro nos fue algo accidentado, en fin espero que Dios vea la
buena intención. Nos presentaron a la comunidad que participaron de la
celebración en medio de aplausos. No hemos hechos nada todavía, así es que esos
aplausos ya nos comprometieron a no defraudarlos. Me gustó mucho el gesto del
sacerdote celebrante, al finalizar fue a la puerta a saludar a los feligreses,
es un gesto muy comunitario.
Mañana salimos a Sonomoro para instalarnos. Luego de la
oración y el desayuno. Bueno debo descansar bien, nos espera un largo día. Me
dormiré con el sonido de la lluvia.