martes, 28 de enero de 2014

El río y sus turbulencias

Hoy decidimos conocer el río que ruge cada vez que llueve. Después de arreglar los cancioneros, quedaron como para resistir un año más, salimos rumbo al río de Sonomoro. Era algo tarde pero no queríamos dejar pasar un momento más. Ya no llovía, pero sí nos encontramos con grandes charcos de agua que nos impedía continuar. En el camino conocimos la cancha deportiva y el centro de educación inicial. También pudimos ver los ambientes preparados para las dos grandes fiestas del pueblo: Casas de carrizo y techo de palmeras, todo muy peculiar, transmitiendo sus conocimientos ancestrales.
Ya casi al finalizar la tarde nos hemos encontrado un río ancho con sus playas de arena. Estaba cargado y algo turbio. Un motociclista y su familia aseaban su herramienta de trabajo. Vimos cómo las motos que es el medio de transporte usual cruzaban por el puente colgante. Decidimos cruzarlo y avanzar hasta la carretera a Pangoa para encontrar una señal para nuestro celular pero fue en vano. Bueno el hecho es que hicimos un poco de aventura, era algo tarde en medio de un paraje lleno de vegetación y  sonido del río, cada vez más oscuro. No pudimos continuar por los grandes pozos de agua acumulados por lluvia.
Al regresar decidimos buscar a los padres de nuestros niños para preguntar si deseaban bautizar a sus niños y nos topamos con distintas situaciones. Primero nos encontramos con una hermana evangélica que esperaba a los niños y jóvenes y vi con algo de tristeza, ingresar a una de las jóvenes que era candidata al bautismo. Ella ya me había dicho que no sabía de qué religión era ni su familia. Ya hemos oído a algunas personas decirnos que cualquier confesión religiosa es igual, ya que se adora al mismo Dios. Me llama la atención que la diferencia sustancial que encuentran entre la católica y las demás, es que los pastores les exigen no pecar y observar sus reglas en cambio la católica no, es como diversión. Incluso un papá interesado en bautizar a su niño argumentaba su deseo diciendo que el quería que su hijo no estuviera en una iglesia que le impusiera muchas obligaciones y que en nuestra iglesia podría divertirse. Estas ideas me dejan una inquietud: necesitamos evangelizar a nuestros hermanos y mostrarles el camino del amor que no te obliga sino te invita a caminar con el Señor.´
Finalmente hemos visitado a la familia de los niños que diríamos son los más asiduos a la iglesia.  Ellos son perseverantes aunque la tentación de la modernidad los hace dudar de su compromiso. Son la semilla de la comunidad cristiana pero también tienen sus dudas y preguntas sobre Dios. Siento en ellos el deseo de vivir con Jesús pero aún tienen temor de comprometerse más. Espero poder compartir con ellos más asiduamente la Palabra de Dios.
Una gran limitación es la lluvia que aún nos asusta y nos tiene en cuarentena cuando se desata el aguacero.

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