martes, 4 de febrero de 2014

Domingo con el Señor

Hoy es domingo y hemos realizado nuestra primera celebración, digo nuestra porque la hicimos entre las dos. A pesar de todo, es el Señor que se vale de nuestras limitaciones para llegar a su pueblo. Esperábamos al sacerdote, creímos que le tocaba celebrar. Fue bueno ver la concurrencia del pequeño grupo que siempre acompaña cada domingo, y mejor allí la alentadora presencia de los niños, quienes con su sonrisa y abrazos le dan sentido a cualquier sacrificio que se haga.
Digo sacrificio porque los mosquitos están haciendo de las suyas en nuestros brazos y piernas a pesar del repelente.
Viendo la realidad cultural del pueblo de Sonomoro tratamos de atender a los dos con la celebración de la palabra. Actualmente ambos están bastante cerca pero hay una brecha cultural que les impide unirse. San Antonio de Sonomoro es la comunidad nativa o descendientes que mantienen las costumbres y lengua de sus antepasados. Naylamp de Sonomoro es en cambio un pueblo de colonos, gente que vienen de la sierra del Perú, distintos pueblos y con sus costumbres bien diferenciadas. Esta situación ha creado prejuicios entre ellos y prefieren realizar su vida por separado. Sin embargo también crea un problema para el trabajo de los sacerdotes ya que se duplica el trabajo, cada uno desea ser atendido por separado. Como consecuencia este último pueblo se halla en mayor carencia de asistencia ya que no se cuenta con catequistas suficientes que los atiendan en la preparación de sacramentos y celebración.
Íbamos dispuestas a cumplir con la segunda celebración en Naylamp, a pesar que el salón prestado estaba totalmente vacío nos sentamos a esperar que llegaran aunque personalmente con poca esperanza. Fue un regalo de Dios la presencia del padre José quien venía a celebrar la Eucaristías. Se avisó a las personas que se encontró en el camino. Me acerqué personalmente a todo el que pude, algunos miraban futbol, otros los encontré en sus quehaceres. Fue bueno ver cómo respondieron y se hicieron presentes, no fueron muchos pero me decía, valió la pena. Es poco lo que ponemos, el Señor pone lo demás y se hace presente como señal que nos ación en sí. Sin embargo, fue un motivo para que se acercara a la Palabra de Dios. Algunos creen que la construcción de su capilla es lo esencial y eso los anima aunque tienen poca conciencia de lo que significa participar, en realidad se preocupan de tener una capilla para poder realizar las misas de aniversario y otras fechas importantes. Me doy cuenta la gran falta de catequistas que tiene la parroquia: “La míes es mucha y son pocos los obreros”.

Al finalizar la celebración el sacerdote quiso regalar un cancionero nuevo a quien le respondiera una pregunta simple de nuestra fe, como decir el nombre de tres sacramentos. Solo dijeron uno. Preguntó entonces por los libros de la biblia, también llegaron a dos. Por último, preguntó por el nombre del Papa y se miraron  entre ellos, nadie lo sabía. El cancionero se quedó sin ganador y me lo confió. Espero prepararlos para el próximo domingo y que alguien se lo pueda llevar.
Tocar la realidad me ha cuestionado, cuánta necesidad y lo que falta por atender. La misión en es tos lugares es urgente. Qué importante es que los laicos renovemos nuestro compromiso y lo asumamos con urgencia para llevar la Palabra de Dios. Espero que esta experiencia me anime a trabajar con más ahínco y promover entre la gente de mi parroquia y amigos un espacio de su tiempo para asumirlo o para apoyar a quienes tienen el deseo de colaborar. Igualmente reconozco que la oración es necesaria e importante para que hayan respuestas positivas al respecto en nuestra labor, gracias Jesús.